El día 2 de julio, en GARABANDAL y, el 24 de junio, en MEDJUGORJE, con un lapso de 20 años de diferencia entre ambas manifestaciones, la Virgen María, como lo hiciera con su prima, SANTA ISABEL, se manifiesta bajo forma de signo, para, en primer lugar, Recordarnos el AMOR derramado en la Cruz de su Hijo, por todos nosotros y, en segundo lugar, para Actualizar dicho AMOR en nuestros corazones, AMOR del cual ella, y quien la acogió en su casa San Juan, son Testigos de que la Cruz, en contra de los que creyeron Judios y Gentiles no sólo no fue el final sino que fue "LA NUEVA CREACIÓN". Es el principio, Allí comienza todo: EL BAUTISMO Y LA EUCARISTÍA. La humilde sierva de Nazaret - tallo, flor - derramará el perfume - EL AMOR A SU HIJO- sobre todos nosotros. " Las primeras apariciones de la Virgen se remontan a la época patrística: Gregorio de Nisa (+394) relata una visión de María y del apóstol San Juan con la que habría sido favorecido San Gregorio el Taumaturgo (+270)" por lo que, ya desde antiguo la Iglesia es concsciente y acepta las manifestaciones de María a sus hijitos. En el s IV, la Virgen se aparece a Santiago, apóstol y le deja la piedra-columna donde debe iniciar la construcción de la Fe para los moradores del confín del mundo en la época de la dominación romana. En esta fecha empieza la evangelización de nuestra península Ibérica. Por tanto, según lo dicho, la Virgen María, aun permaneciendo en el mundo, ya se apareció para favorecer y auxiliar a Santiago; después, las intervenciones extraordinarias de la Madre de Dios serán ya constantes y admitidas en el seno de nuestra Iglesia y, un hito para que esto se produjera, lo será la celebración del Concilio de Efeso (431) el que, proclamando la maternidad divina de María, da a la piedad marial un impulso decisivo: las mentalidades se abren ampliamente a la devoción marial, y por ello a la presencia de María en la vida del cristiano y a la perspectiva de posibles manifestaciones por su parte serán habituales.
