sábado, 30 de octubre de 2010

Padre Pío y el Milagro de Garabandal





   El  PADRE PIO, místico y con su misión co-redentora, no sólo recibió de la Virgen la CONFIRMACIÓN DE QUE ELLA SE ESTABA APARECIENDO, A CUATRO NIÑAS EN UN PUEBLECITO DE LA MONTAÑA CÁNTABRA, SAN SEBASTIÁN DE GARABANDAL. El  Padre Pío se vió inmerso en los acontecimientos de Garabandal por deseo expreso de la Santísima Virgen y por esto se le apareció a él para manifestárselo. 

Una de las profecías de Nuestra Señora en Garabandal, en relación con el Milagro fue que el Santo Padre lo verá desde cualquier sitio donde esté, y que el Padre Pío lo vería también. Al morir el Padre Pío en 1968, Conchita quedó perpleja, preguntándose por qué la profecía aparentemente no se había cumplido. Un mes más tarde fue tranquilizada, recibiendo además un regalo precioso.


    En octubre 16 de 1968, Conchita recibió un telegrama de Lourdes, proveniente de una mujer de Roma a quien Conchita conocía. El telegrama pedía a Conchita ir a Lourdes a recibir una carta del Padre Pío dirigida a ella. El Padre Alfred Combe y Bernard L'Huillier de Francia estaban en ese momento en el pueblo y accedieron a llevar a Conchita y a su madre a Lourdes. Partieron esa misma noche. Con el afán, Conchita olvidó su pasaporte. Al llegar a la frontera fueron detenidos durante seis horas, y sólo gracias a un pasaporte especial, firmado por el Governador Militar de Irun, pudieron pasar la frontera hacia Francia.

    En Lourdes se entrevistaron con los emisarios del Padre Pío de Italia, entre los cuales estaba el Padre Bernardino Cennamo, O.F.M.  El Padre Cennamo no era realmente de San Giovanni Rotondo, sino que pertenecía a otro monasterio. Era, sin embargo, bien conocido por el Padre Pío y por el Padre Pellegrino; éste último fue quien cuidó al Padre Pío durante sus últimos años y quien transcribió la nota para Conchita dictada por el Padre Pío.

    El Padre Cennamo dijo a Conchita que no había creído en las apariciones de Garabandal hasta que el Padre Pío le pidió darle el velo que cubriría su cara después de su muerte. El velo y la carta fueron entregados a Conchita, quien preguntó al Padre Cennamo: «¿Por qué la Virgen me dijo que el Padre Pío iba a ver el Milagro y él ha muerto?» El Padre le respondió: «El vio el Milagro antes de morir. Me lo dijo él mismo.»

    Al regresar a casa Conchita decidió escribir sobre el incidente a un amigo en Madrid. De nuevo nos referimos a lo dicho por Conchita en la entrevista de NEEDLES de 1975:

... Tenia el velo ante mis ojos mientras escribía cuando, de repente, toda la habitación se llenó con una fragancia. Había oído sobre las fragancias del Padre Pío, pero nunca les había dado mayor importancia. El cuarto entero olía con un perfume tan fuerte que comencé a llorar. Era la primera vez que experimentaba esto. Ocurrió después de su muerte.