TESTIMONIO DEL DR. PUNCERNAU:
" El segundo viaje que hice a Garabandal, fue con mi mujer y mi hijo mayor Augusto. Mi mujer quedó muy decepcionada de lo que había visto en Garabandal y le pareció algo muy baladí. Mi hijo Augusto con su carácter serio y reconcentrado, apenas dijo nada. Mi mujer Julia, dio a Mari-Loli en éxtasis a besar el aro de matrimonio a la Santísima Virgen. Como le venía estrecho y no se lo podía sacar, la niña le cogió la mano y la fue girando como si la Virgen besara "in situ" el anillo de boda".
Pero repito le pareció todo pueril y baladí.
Sin embargo, en aquellas carreras que hacían a Los Pinos y de la que después hablaré, frente a la puerta de la Iglesia donde se habían parado, como acostumbraban, se le ocurrió tocar la mejilla de alguna de las niñas (creo que fue a Mari-Loli) y mientras todos nosotros estábamos sudados y cansados, según frase feliz de mi mujer, las mejillas de Mari-Loli, daban la impresión de "un melocotón recién sacado de la nevera.
Me parece que fue durante la cena que empecé a notar el olor.Parecía provenir de mi mano y brazo izquierdo. Lo atribuí en un principio a la colonia de la bailarina del "Folies Bergére". No le di mayor importancia.Ya en nuestro departamento volví a notar el olor.-Entonces me di cuenta de que venía a rachas.Era muy intenso, como a sándalo.Solo olía el lado izquierdo.Duraba como unos dos minutos y luego desaparecía del todo.No tenía intervalos fijos.Me dije a mí mismo, que era una cosa sugestiva, de tal modo que ni siquiera se lo dije a Margarita.
La próxima racha de intenso olor me pareció localizarlo en el anillo besado por la Virgen. Por lo menos era el sitio de donde salía más fuerte.
En mi interior estaba avergonzado de dejarme sugestionar como un histérico. No dije nada a nadie, pero las rachas de olor a sándalo (por lo menos es a lo que se parecía más) venían muy intensas de tanto en tanto, en el momento más impensado.Al día siguiente el extraño olor se fue repitiendo, a intervalos irregulares. Fuertísimo.Al llegar a casa, tuvimos el tiempo justo para arreglarnos un poco y nos trasladamos en tren a Caldetas, donde mi familia veraneaba.Al fin me atreví en secreto, a contarle lo del olor a mi mujer, la cual, como es natural, me tomó por loco o así.Sin embargo, aquella misma noche, ya en nuestra habitación y mientras empezábamos a desnudarnos para acostarnos, vino el olor.
Le acerqué la mano a Julia y le dije.- Toma, ahora, huele...Ella me cogió la mano por puro cumplido, convencido que estaba orate. Se acercó el anillo a su nariz y cuando según me cuenta ella, iba a decirme:
- Pues yo no huelo nada... La v í quedarse pálida como la pared blanca de la habitación, sin poder articular palabra y transida de emoción.- Pues sí... sí que huele... como a sándalo...
Al día siguiente estando en la playa y a pesar de estar rodeado de chicas con bikini, volvió a venir el olor más fuerte que nunca. Yo estaba extraviado de que la gente no se volvieran a preguntar que era aquello.Conmigo al borde del agua estaba mi hijo Augusto.Toma huele -le dije Sí -contestó con su habitual seriedad- si ésto huele... no sé a qué, pero huele intensamente...No le hizo mayor caso y se metió en el agua. Aquella fue la última vez que percibí el extraño olor. Después nunca más. A pesar del olor seguía con sus dudas hasta que le ocurrió un fenómeno inusitado como relato a continuación.::::::::::::::::::::
" En Garabandal por lo visto había que ser humilde "