Dice Don Valentín:
«Me acuerdo del día del Apóstol Santiago. Era ya casi medianoche y una veintena de personas asistían a un éxtasis de las niñas. Yo contemplaba a veces el cielo, un hermoso cielo de verano, brillante de estrellas, con alguna que otra nubecilla blanca que atravesaba la atmósfera.
De pronto, ¡yo lo vi con estos ojos!, y también lo vieron las personas que digo, apareció nuestro santo patrón Santiago, sobre hermoso caballo blanco, tal como nos lo muestra la tradición histórica española; por unos minutos pareció hacer la ruta celeste, desapareciendo a veces detrás de alguna nube y volviendo a aparecer de nuevo. Era de verdad admirable.»
Era oportunísima esta presencia del "Defensor del alma Hispana", cuando de nuevo llegaba para su gente la hora de las grandes batallas de la fe.
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